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sábado, 30 de noviembre de 2013

AMPATU (Sapo)

 Santa María - Ampatu (sapo)
La cultura Santa María se desarrolló entre los años 1000 a 1480 de nuestra era , fechas dinámicas como fruto de nuevas investigaciones y hallazgos arqueológicos y estudios antropológicos que modifican fechas y lugares. Esta cultura surgió en el valle del mismo nombre en Catamarca; se extendió por el Cajón, Calchaquí y valles transversales. Su influencia llegó al área de de Andagalá y Hualfín , incluso hasta el Valle de Catamarca en el sur de la provincia.                                             El Ampatu (sapo) en la mitología andina popular, se lo relaciona con Pacha – Mama (Madre – Tierra), en su carácter de germinadora y productora de buenas cosechas, ya que el sapo con sus gritos pide lluvia. Según un antiguo mito preincaico, la serpiente Amaru maldijo al sapo, por lo cual éste representa la tierra reseca sufriente por la necesidad de agua. Se suponia que su croar llamaba y atraía a Mama Huaca, y con ello a las lluvias tan benéficas. La representación de Pacha – Mama que asume el sapo; se ve reforzada en muchas urnas funerarias de la cultura Santa María donde aparece su figura. El Sapo o Ampatu era considerado acompañante del hombre durante su viaje por el kay Pacha o Mundo Terrestre, y tambien muy especialmente por el Uray Pacha o Mundo de los Muertos: de ahí que se lo considerase animal – fetiche de carácter marcadamente esóterico, utilizado por los shamanes. La isotérica del sapo depende, en realidad, de las glándulas que tiene en su piel, la que contiene un alcaloide alucinógeno: la bufoteina (del latín “ bufo”: sapo). Sin duda se trata de un ciclo mítico en extremo arcaico, varias veces milenario, derivado de la mencionada actividad psicotrópica de la piel de ese animal, usado en conocimiento o por medio de aplicaciones locales. Fue animal totémico y sacralizado tanto por las culturas andinas, como por las amazónicas, y muy especialmente por las pampeanas. En efecto, era reverenciado por los mapuches , y también por los charrúas. Se prohibía matarlo, ya que se lo consideraba portador de buenos anuncios, abundante sustento y lluvias benéficas.